Hoy, 1 de noviembre de 2013, se cumplen 43 años desde que se iniciará
una de las experiencias más desarrolladas de organización popular de la
historia de Chile. Un día como hoy cerca de 1500 familias de sin casas
dieron origen al Campamento Nueva La Habana.
La mayoría de estas
familias provenían de las tomas de terrenos: Ranquil, Magaly Honorato y
Elmo Catalán, todas realizadas durante 1970, en asociación con
dirigentes del MIR.
Entre 1970 y 1973, en Santiago los pobladores
sin casa protagonizaron más de 300 tomas de terrenos, en ellas
participaron más de 400 mil pobladores, es decir, casi un 25% del total
de la población santiaguina. Vale decir, la organización y lucha del
Campamento Nueva La Habana fue parte de un gran movimiento de pobladores
que junto al Gobierno de la Unidad Popular buscó transformar nuestra
injusta sociedad.
Se trataba de conseguir colectivamente lo que
el sistema negaba: vivienda, salud, educación, trabajo, justicia, es
decir, una vida mejor, lo que en la época se llamó “socialismo”.
Como
en todo proceso social existieron límites y errores, pero en lo
fundamental Nueva Habana representó la construcción real de una vida
diferente, donde los trabajadores dejaron de ser “objeto” de la política
(que esperaba soluciones de la elite) y se transformaron en “sujetos”
de la política (solucionando sus problemas sociales de forma directa y
exigiendo legítimamente al Estado su acción).
Así
surgieron organizaciones como los comités de sin casas que se agrupaban
en comandos de pobladores que luchaban por sitios y viviendas,
realizando movilizaciones y tomas de terrenos. Luego en los campamentos
nacieron los “frentes” de salud, educación, trabajo, abastecimiento,
justicias, etc. Múltiples formas de “democracia directa” donde el pueblo
era protagonista en la solución de sus problemas.
Actualmente
vivimos bajo un sistema “democrático”, acordado por La Derecha
(pinochetista) y La Concertación a fines de los años 80, donde el poder
quedó restringido a la “clase política”, dicho en buen “chileno”: se
repartieron la “torta” excluyendo a las grandes mayorías de las
decisiones fundamentales.
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